Un metro de Málaga "marca IU"

Elena Cortés abre paso al metro en superficie, evita abrir en canal todo el centro de la ciudad y logra que el proyecto no hipoteque las cuentas públicas. Ver aquí el documento explicativo.
Del metro faraónico pactado por el bipartidismo en 2003, al metro eficiente y sostenible de 2013. Del metro a la medida de las constructoras y sus privilegios, al metro a la medida de los ciudadanos y sus necesidades. Del metro 'marca PP-PSOE' de la especulación y el concepto faraónico de la obra pública, al metro 'marca IU' viable y eficiente. Del metro con 1,8 kilómetros soterrados por el centro, al metro de 300 metros soterrados por el centro y 2 kilómetros en superficie por la zona norte, en línea con las mejores experiencias europeas. Izquierda Unida ha dado una lección de austeridad, entendida como gestión eficiente de los recursos públicos, responsabilidad y rigor en la Consejería de Fomento y Vivienda de la Junta de Andalucía, consiguiendo cambiar sustancialmente el proyecto del metro de Málaga, la mayor obra de Andalucía, y que no se convierta en una hipoteca para todos los andaluces. Las tesis de Izquierda Unida han prevalecido. IU ha buscado la solución a un problema acuciante, y la ha encontrado.
Cuando nuestra compañera Elena Cortés llegó a la Consejería en mayo de 2012 se encontró una obra parada o al ralentí, un reguero de promesas incumplidas y un proyecto de metro sumido en la incertidumbre y condicionado por una planificación irresponsable que amenazaba con convertir a este sistema de transporte en un nuevo aeropuerto de Castellón por su absoluta inviabilidad. Hoy las obras avanzan a todo trapo, la previsión de apertura de los primeros tramos está fijada para finales de este año y el futuro de este sistema de transportes está despejado. Y todo por el empeño de la consejera y su equipo, apoyados por el grupo municipal de IU, que han defendido contra viento y marea la racionalización de esta infraestructura frente a la oposición del PP y la indiferencia del PSOE, que ha mirado en todo momento para otro lado. Aquí se enlaza un artículo de Elena Cortés titulado “Una solución para el metro de Málaga”.
Como el niño del cuento El traje nuevo del emperador, Cortés fue la primera en gritar que el rey estaba desnudo. Es decir, la primera en decir lo que todos veían y sabían y nadie se atrevía a decir: que el metro de Málaga, tal y como estaba pactado (soterrado hasta La Malagueta), era una locura inviable, totalmente inadecuada en su concepción y directamente suicida en el contexto de restricciones actual. Su osadía y compromiso han surtido efecto y finalmente el proyecto se ha cambiado. Las tesis de IU han prevalecido en base a la razón y la argumentación.
El metro es la mayor obra de Andalucía. La Junta ha invertido ya 600 millones, lo que permitirá abrir a finales de año los primeros tramos (hasta la estación de Renfe) mientras avanza el siguiente (hasta Guadalmedina), alcanzando una demanda de 12 millones de viajeros al año. El problema es que para que el metro sea viable necesita unos 20 millones de viajeros al año. La fórmula pactada en 2003 por la Junta (PSOE) y el Ayuntamiento (PP) para alcanzar esa demanda era llevar el metro soterrado, bajo tierra, hasta La Malagueta, alcanzando una demanda de 19 millones de viajeros/año.
Esta obra suponía una inversión de 200 millones de euros que se prolongaría hasta más allá de 2020, generando unos gastos extra de explotación de 50 millones de euros por tardar tanto tiempo en alcanzar esa demanda. El retraso exponía además a las administraciones al pago de hasta 300 millones en indemnizaciones a las empresas que construyeran y explotaran el metro. La obra tenía enormes riesgos técnicos, como la superación del aparcamiento subterráneo de La Marina, la afección a los ficus de la Alameda (valiosísimos y emblemáticos) y los hallazgos arqueológicos.
Ante esta tesitura, la Consejería de Fomento y Vivienda hizo en octubre de 2012 una propuesta: llevar el metro en superficie hasta La Malagueta, lo que permitía además continuar después hacia la zona este. Los objetivos eran dar viabilidad al proyecto, sortear los riesgos técnicos y económicos, alcanzar la demanda óptima en menos tiempo y, en definitiva, que el metro no se convirtiera en una hipoteca.
El alcalde de Málaga y el PP han protagonizado desde entonces una campaña cargada de mentiras y demagogia para exigir que se mantuviera el planteamiento demencial inicial. El rechazo frontal del alcalde a que el metro atravesase en superficie la Alameda, lo que hubiera permitido un envidiable proceso de peatonalización, llevó a la Consejería a mover ficha y realizar una segunda propuesta que, al igual que la primera, alcanzaba los objetivos con los que IU abrió el debate en 2012: dar viabilidad al proyecto, sortear los riesgos técnicos y económicos, alcanzar la demanda óptima en menos tiempo y, en definitiva, que el metro no se convirtiera en una hipoteca. El alcalde y el PP han aceptado esta propuesta, desistiendo finalmente de que el metro llegase soterrado hasta La Malagueta o hasta la Plaza de la Marina, propuestas que Cortés y su equipo han rechazado de plano hasta el último minuto pese a presiones de todo tipo. Y el metro en superficie se ha abierto paso en la zona norte.
El acuerdo supone soterrar sólo el primer tramo de la Alameda, menos de 300 metros hasta la calle Torregorda, a apenas 2-3 minutos andando de la calle Larios y la Plaza de la Marina. No se acometerá el soterramiento hasta La Malagueta, 1,8 kilómetros bajo tierra, como defendía el PP, ni tampoco hasta La Marina, como el alcalde ha intentado hasta el último minuto. La solución implica llevar el metro en superficie hasta la zona norte de la ciudad, en el entorno del hospital civil, cubriendo así varios de los barrios más poblados de Málaga. La inversión baja de 200 millones a 70, se evita un riesgo indemnizatorio de hasta 300 millones, la demanda sube de 19 millones de viajeros al año con la solución inicial a 22 con la acordada, y la población servida (aquella que vive a menos de 500 metros de una parada) se incrementa de 200.000 a 216.000. El metro en superficie, marca IU, se abre paso. Un éxito de la Consejería.
El acuerdo no sólo despeja el futuro del metro de Málaga y supone un uso eficiente de recursos públicos, sino que implica un cambio de paradigma en la gestión política de la obra pública en España, por la reversión, promovida por IU, de un modelo especulativo y orientado a la generación de plusvalías para las empresas a otro claramente sostenible y pensado para la ciudadanía. El acuerdo recoge todas las premisas y logra todos los propósitos por los que IU abrió este debate hace un año. Sus tesis finalmente se imponen desde la razón y la argumentación ante la ciudadanía pese al numantinismo victimista del PP, que ha agitado hasta la náusea la bandera de un supuesto agravio con Sevilla, y la abulia del PSOE, que ha evitado en todo momento mojarse porque ello suponía enmendar el que ha sido propio modelo de obra pública en las últimas décadas, orientado a la ganancia masiva del gran capital con infraestructuras de escasa utilidad social.
Sólo resta felicitarnos todos y todas, malagueñas y malagueños y andaluces y andaluzas. La fuerza de la razón ha prevalecido.
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