Ayer se llevó a cabo en la cadena pública andaluza CanalSur el segundo gran debate general de cara a las elecciones del próximo 22 de marzo. En esta ocasión se daba cabida a las fuerzas extraparlamentarias que concurren a los comicios y que apuntan posibilidades de conseguir representación en la cámara andaluza.
El formato era bien complicado. 2 rondas cronometradas de un minuto por temas cuyo orden estaba pactado previamente (empleo, corrupción, transparencia, medio ambiente, etc.), se supone que el primer minuto de balance y el segundo propositivo. Cada cual interpretó a su manera los contenidos, pero los tiempos fueron absolutamente tajantes. Se hacía difícil, en tan solo un minuto, exponer con un mínimo de sosiego y de claridad el argumento en cada intervención. Pero la disciplina de Antonio Maíllo fue capaz de conseguirlo.
Su capacidad de síntesis, unida al dominio que tiene de todos los temas sin recurrir a chuletas previamente preparadas, sus reflejos y la ética de la convicción hicieron de sus intervenciones las más rigurosas, las más críticas y las más propositivas. Las más esperadas y las más interesantes.
No acudieron ni la candidata a la presidencia del PSOE, ni el del PP ni la de Podemos. Como se decía en Twitter, “hicieron un Arenas” que luego se pagó con la pérdida de la confianza el día de las urnas. Maíllo ya ha anunciado que no perderá ni una sola oportunidad de acudir allí donde pueda explicar nuestro modelo de transformación de Andalucía.
Por cierto que fue un debate al que solo fueron hombres. Incluso el moderador lo era. Una crítica razonable que debe dar lugar a una reflexión para que el mensaje de la igualdad se fortalezca
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